Los paleontólogos han desenterrado la primera colmena fosilizada construida dentro de huesos de animales, que data de hace aproximadamente 20.000 años. El hallazgo, detallado en un estudio reciente de la Royal Society Open Science, revela que algunas especies de abejas eran mucho más adaptables (y oportunistas) de lo que se pensaba anteriormente. Este descubrimiento pone de relieve lo poco que sabemos todavía sobre el comportamiento de las abejas, incluso en la era moderna.
El sitio de anidación inesperado
La mayoría de las abejas son criaturas solitarias, no las grandes colonias de insectos que muchos imaginan. Buscan pequeñas cavidades para nidos, poniendo huevos y dejando polen para las larvas. Si bien comúnmente usan madera, madrigueras en el suelo o incluso conchas de caracol, una cavidad ósea no tiene precedentes. Los nidos fosilizados fueron encontrados en cuevas de piedra caliza en República Dominicana, una región rica en restos prehistóricos preservados por condiciones geológicas únicas.
Estas cuevas actúan como cápsulas del tiempo naturales: los búhos cazan y regurgitan huesos no digeridos en ellas, creando depósitos fósiles en capas a lo largo de milenios. La profundidad de las cuevas y sus habitantes oscuros (incluidas las tarántulas) dificultan la exploración, pero los paleontólogos las han estado excavando cuidadosamente durante años.
Cómo se hizo el descubrimiento
Los investigadores tropezaron con los nidos mientras examinaban fósiles de bolitas de búho. El equipo notó que se acumulaba sedimento suave e inusual dentro de las cavidades dentales de los fósiles de mandíbulas de mamíferos. Esto no era suciedad, sino una estructura deliberada.
Las tomografías computarizadas confirmaron que las estructuras parecían capullos de avispa fosilizados, que contenían rastros de polen, alimento que quedaba para las larvas de abeja. Es típica la ausencia de cuerpos de abejas conservados; Las condiciones húmedas de las cuevas no favorecen la preservación del exoesqueleto. Sin embargo, la presencia de polen sugiere que las abejas pueden pertenecer a una especie que aún vive hoy, dado el conocimiento ecológico limitado de las abejas caribeñas.
Importancia e implicaciones
Este es el primer caso conocido de abejas anidando en huesos, ya sean fosilizados o modernos. El terreno calizo único de la República Dominicana, con suelo escaso, puede haber obligado a las abejas a utilizar las cavidades disponibles, incluidos huesos desechados de la caza de búhos. Este hallazgo subraya cuán adaptables pueden ser los insectos cuando enfrentan limitaciones ambientales.
“Este descubrimiento muestra lo raras que pueden ser las abejas: pueden sorprender”, dice el investigador Lázaro Viñola López. “Pero también muestra que cuando se miran fósiles hay que tener mucho cuidado”.
El hallazgo sirve como recordatorio de que incluso los ecosistemas aparentemente bien comprendidos guardan sorpresas. El comportamiento de estas abejas sugiere una gama más amplia de estrategias de anidación de lo que se había documentado previamente, y una mayor exploración puede revelar adaptaciones similares en otras regiones.
