Estados Unidos enfrenta una amenaza creciente, en gran medida invisible: más de 2.500 represas de alto riesgo están en malas condiciones y muchas se están hundiendo. Estas estructuras, fundamentales para el suministro de agua, la generación de energía y el control de inundaciones, están fallando silenciosamente debido a su antigüedad, falta de financiación y mantenimiento insuficiente. La escala del problema es mayor de lo que se pensaba anteriormente, y los datos satelitales revelan un deterioro que las inspecciones por sí solas pueden pasar por alto.
El problema de la infraestructura envejecida
La mayoría de las represas estadounidenses se construyeron a mediados del siglo XX, entre las décadas de 1950 y 1960, lo que significa que la represa promedio tiene ahora 61 años. Siete de cada diez represas tienen al menos 50 años. Si bien hay más de 92.000 represas en todo el país, la mayoría no ha recibido actualizaciones importantes. La Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles estima que se necesitan más de $165 mil millones en reparaciones, pero la financiación federal actual es muy insuficiente.
No se trata sólo de integridad estructural; se trata de aumentar el riesgo. La falla de una presa puede causar pérdidas catastróficas de vidas y daños económicos. La ASCE advierte que sin una mayor inversión en la seguridad de las represas, los costos seguirán aumentando y las comunidades río abajo enfrentarán un peligro cada vez mayor.
Decadencia invisible: el radar revela un hundimiento oculto
Una nueva investigación de Virginia Tech utilizando Radar Interferométrico de Apertura Sintética (InSAR) muestra que muchas represas que se creían estables todavía se están hundiendo. Esta tecnología permite a los científicos medir el movimiento del suelo desde el espacio, detectando deterioros que las inspecciones a nivel del suelo podrían pasar por alto. El estudio se centró en las represas hidroeléctricas, ya que su falla afectaría tanto a las comunidades como a la infraestructura crítica.
Mohammad Khorrami, geocientífico de Virginia Tech, explica que algunas represas están sufriendo una “degradación interna”. Si bien los hallazgos son preliminares, sugieren que el problema es más grave de lo que indican las evaluaciones actuales. Por ejemplo, se confirma que la presa de Roanoke Rapids en Carolina del Norte se está hundiendo en su cara norte, amenazando a la cercana ciudad de más de 15.000 habitantes.
Efectos dominó: consecuencias económicas y comunitarias
Una falla catastrófica de una represa hoy sería desastrosa. Más allá de la pérdida inmediata de vidas, perturbaría la agricultura, la producción de electricidad y una estabilidad económica más amplia. Las represas suelen servir como amortiguador del agua utilizada en ambos sectores, por lo que su colapso crea un efecto dominó que puede impactar la economía nacional.
Sin embargo, los investigadores enfatizan que la mitigación es posible. Alrededor del 40-50 % del riesgo se debe a una mala gestión y mantenimiento local. Al priorizar las reparaciones de las estructuras más críticas, se pueden evitar los peores resultados.
“Si no podemos ocuparnos financieramente de todas estas represas al mismo tiempo, podemos proporcionar las represas prioritarias”, dice Khorrami.
El deterioro de las represas estadounidenses es una crisis de lento avance que exige atención. Si no se aborda este problema, se producirán costos cada vez mayores y un mayor peligro para las comunidades río abajo.
